Mulheres na ciência
Artigo de Nora Bär
Na medida em que as mulheres avançam na carreira, aparece o “teto de cristal”
Nora Bär (Bärciencia@lanacion.com.ar) é editora de Ciência e Saúde do jornal “La Nacion”, de Buenos Aires, onde publicou este texto, em espanhol, claro:
Aunque las revistas de actualidad rebosan de escotes y glúteos quirúrgicos que provocan envidia, hay mujeres cuyo atractivo reside en otras partes de su anatomía.
Tal vez por eso – un siglo después de su creación – tenemos que seguir conmemorando el Día Internacional de la Mujer.
Ocurre que, si bien actualmente votamos, podemos ocupar bancas legislativas y hasta ser presidentas, millones de personas de género femenino siguen enfrentando prejuicios y restricciones sólo por pertenecer a "la otra mitad" de la humanidad.
Y aunque los avances de las últimas décadas son innegables, todo indica que el equilibrio entre hombres y mujeres sigue siendo una asignatura pendiente.
Incluso en ámbitos repletos de hombres lúcidos, como los de la ciencia, las mujeres tienen que enfrentar esas barreras invisibles.
Como señala María Elina Estébanez, del Grupo Redes, que desarrolló un notable corpus de investigación sobre el tema, el desequilibrio de posibilidades es más notorio en las instancias de poder y toma de decisiones.
Es un secreto a voces que en los países hispanoamericanos, donde a mayor jerarquía del puesto de trabajo hay menor presencia femenina, los ingresos masculinos duplican o triplican a los femeninos.
En las disciplinas científicas, los trabajos de Estébanez muestran patrones de participación sugestivos en la mayoría de los países de la región.
En los últimos años, por ejemplo, la presencia de la mujer en la Universidad tiende a superar a la participación masculina.
Entre 1995 y 2001, alcanzó al 55% por lo menos en la Argentina, España, Venezuela y Paraguay. Y esa cifra sube cuando se consideran los porcentajes de egresados.
Pero a medida que las mujeres avanzan en la carrera, aparece el "techo de cristal".
En el país, aunque la matrícula femenina de posgrado alcanza al 58%, las investigadoras sólo acceden al 41% de las becas externas que el Conicet otorga para la formación en instituciones extranjeras y al 38% de las de formación posdoctoral.
Un relevamiento realizado entre científicos y científicas de las ciencias básicas y tecnológicas estima que el número de varones que acceden a estudios de posgrado en el extranjero duplica al de mujeres y supera ese valor en el caso de las pasantías posdoctorales.
Otro trabajo que analizó los ascensos alcanzados en la carrera de investigador del Conicet a lo largo de nueve años encontró que los hombres habían ascendido de categoría en una proporción mayor que las mujeres, y además que la mayoría de las mujeres que habían recibido promociones eran solteras.
"No importa la dimensión global de la participación de la mujer en un determinado sistema científico – dice Estébanez –: en cualquier caso las mayores jerarquías van a estar ocupadas mayoritariamente por hombres, con porcentajes aún más altos que su presencia global. La diferencia está en los puestos de poder. En eso los avances son menores, aunque la tendencia general es positiva."
Y agrega: "No hay que pensar que hombres y mujeres son iguales en su vinculación con el conocimiento. Es justamente esa diversidad de miradas, capacidades y enfoques lo que hace rica la presencia de ambos en puestos de decisión en todos los ámbitos de la sociedad, y no sólo en la ciencia".
Es lo menos que podemos ambicionar, después de más de 2500 años de ciencia, masculina... y femenina.
(La Nacion, 7/3)
Fonte: JC e-mail 3217, de 07 de março de 2007.
Na medida em que as mulheres avançam na carreira, aparece o “teto de cristal”
Nora Bär (Bärciencia@lanacion.com.ar) é editora de Ciência e Saúde do jornal “La Nacion”, de Buenos Aires, onde publicou este texto, em espanhol, claro:
Aunque las revistas de actualidad rebosan de escotes y glúteos quirúrgicos que provocan envidia, hay mujeres cuyo atractivo reside en otras partes de su anatomía.
Tal vez por eso – un siglo después de su creación – tenemos que seguir conmemorando el Día Internacional de la Mujer.
Ocurre que, si bien actualmente votamos, podemos ocupar bancas legislativas y hasta ser presidentas, millones de personas de género femenino siguen enfrentando prejuicios y restricciones sólo por pertenecer a "la otra mitad" de la humanidad.
Y aunque los avances de las últimas décadas son innegables, todo indica que el equilibrio entre hombres y mujeres sigue siendo una asignatura pendiente.
Incluso en ámbitos repletos de hombres lúcidos, como los de la ciencia, las mujeres tienen que enfrentar esas barreras invisibles.
Como señala María Elina Estébanez, del Grupo Redes, que desarrolló un notable corpus de investigación sobre el tema, el desequilibrio de posibilidades es más notorio en las instancias de poder y toma de decisiones.
Es un secreto a voces que en los países hispanoamericanos, donde a mayor jerarquía del puesto de trabajo hay menor presencia femenina, los ingresos masculinos duplican o triplican a los femeninos.
En las disciplinas científicas, los trabajos de Estébanez muestran patrones de participación sugestivos en la mayoría de los países de la región.
En los últimos años, por ejemplo, la presencia de la mujer en la Universidad tiende a superar a la participación masculina.
Entre 1995 y 2001, alcanzó al 55% por lo menos en la Argentina, España, Venezuela y Paraguay. Y esa cifra sube cuando se consideran los porcentajes de egresados.
Pero a medida que las mujeres avanzan en la carrera, aparece el "techo de cristal".
En el país, aunque la matrícula femenina de posgrado alcanza al 58%, las investigadoras sólo acceden al 41% de las becas externas que el Conicet otorga para la formación en instituciones extranjeras y al 38% de las de formación posdoctoral.
Un relevamiento realizado entre científicos y científicas de las ciencias básicas y tecnológicas estima que el número de varones que acceden a estudios de posgrado en el extranjero duplica al de mujeres y supera ese valor en el caso de las pasantías posdoctorales.
Otro trabajo que analizó los ascensos alcanzados en la carrera de investigador del Conicet a lo largo de nueve años encontró que los hombres habían ascendido de categoría en una proporción mayor que las mujeres, y además que la mayoría de las mujeres que habían recibido promociones eran solteras.
"No importa la dimensión global de la participación de la mujer en un determinado sistema científico – dice Estébanez –: en cualquier caso las mayores jerarquías van a estar ocupadas mayoritariamente por hombres, con porcentajes aún más altos que su presencia global. La diferencia está en los puestos de poder. En eso los avances son menores, aunque la tendencia general es positiva."
Y agrega: "No hay que pensar que hombres y mujeres son iguales en su vinculación con el conocimiento. Es justamente esa diversidad de miradas, capacidades y enfoques lo que hace rica la presencia de ambos en puestos de decisión en todos los ámbitos de la sociedad, y no sólo en la ciencia".
Es lo menos que podemos ambicionar, después de más de 2500 años de ciencia, masculina... y femenina.
(La Nacion, 7/3)
Fonte: JC e-mail 3217, de 07 de março de 2007.